El libro de Robert Michels Partidos PolÃticos ofreció un debate contemporáneo del movimiento social democrático y argumentó la relación entre la organización, burocracia, oligarquÃa y democracia. Michels introdujo el término “Iron Law of Oligarchy” que estipula que todos los tipos de organizaciones se desarrollan con el tiempo a oligarquÃas. Esta ley incluye todos los niveles de la organización social, incluso el estado. Siendo un socialista su mismo, Michels criticó la realidad de los partidos socialistas en Europa, que aun tenÃan una ideologÃa democrática y provisiones de participación ciudadana, parecen ser dominados por los lideres de estos partidos, igual que los partidos conservadores. Su conclusión es que el problema está en el fondo la naturaleza de la organización y la burocracia. Quien dice organización, dice oligarquÃa (Michels, 1968:241).
A pesar de la importancia de su libro en el análisis de los partidos socialistas, su organización, su liderazgo, su transformación y su manifestación en la administración, habÃa crÃticas de sus conclusiones y su análisis del tema. Este trabajo intenta demostrar unas crÃticas – bien validas – de las ideas de Michels, pero también va a demonstrar la validez de sus argumentos en un estudio de caso en la segunda parte.
Hands (1971) explica que en contrario de lo que propone Michels sobre el desarrollo de los lideres en los partidos polÃticos – los cuales surgen tras la delegación de responsabilidades y especialización a ellos- los partidos nacen por elites o agitadores profesionales, no al revés. Por otra parte, la explicación de Michels (1968: 240) que la especialización técnica (junto con habilidad polÃtica) de estos lÃderes polÃticos fortalece la posición de estos elites, quien convierten con tiempo a lideres profesionales, estables e indispensable y quien con tiempo emancipan sus mismos de las masas y se convierten más independientes de su control, está cuestionada por Hands, quien dijo que la profundidad de la experiencia y especialización de los lideres es inversamente proporcional a su amplitud, y que cualquier tipo de ejercicio de poder de estos lÃderes expertos depende a la estructura de la organización (Hands 1971: 165). Por último, Hands (1971: 156) crÃtica el hecho que Michels no distinga muy bien el concepto de un partido democrático desde su objetivo de formar un estado democrático y en el otro sentido de disfrutar una estructura democrática interna, y tampoco menciona la posibilidad que la democracia al nivel estatal puede lograrse tras una competición entre unos partidos internamente no democráticos.
May (1965: 421) también indica que cuando Michels explica que la presencia de la organización es incompatible con la presencia de democracia, su proposición es inatacable siempre cuando se cumple dos consideraciones: (a) que la proposición pertenece a la accesibilidad de la democracia pura o la igualdad absoluta y (b) que la oligarquÃa no significa la antesis de la democracia, sino una condición ocupando el sitio entre la democracia pura y la autocracia pura. Añada que Michels no demuestra que el incremento en la organización causa cambios anti-democráticos, sino que la organización no es compatible con el mantenimiento de la democracia absoluta (May, 1965).
Teniendo las observaciones de Michels en su libro Partidos PolÃticos, y las crÃticas mencionadas arriba, se refiere ahora en la segunda parte del trabajo a las revoluciones socialistas en el mundo árabe en el siglo XX, particularmente el caso de Siria en los años cincuenta.
El partido de Baath de Siria ha evolucionado de un movimiento nacionalista a una organización vasta que infiltró a todos los aspectos de la vida pública. El partido fue formado en 1947 y sus eslóganes son “unidad, libertad y socialismo”. El partido tenÃa éxito al nivel nacional y regional, especialmente entre los activistas árabes de pensamiento pan árabe, contra los gobiernos árabes respaldados por el occidente. A pesar de los varios golpes militares desde los 50 hasta los 70 y la disolución del partido (tras la unión con Egipto entre 1958-1961) los Baathis llegaron a poder permanente debajo de Hafez Al Assad en 1970. Cuando Al Assad llegó al poder, el partido convirtió a un instrumento para promocionar lealtad y fue utilizado para controlar el gobierno, el ejército y los servicios de seguridad. Sin embargo, la división entre los grupos del partido incrementó con diferencias irreconocibles, lo que resultó en la decisión de Assad de condenar unos lÃderes de estos grupos disidentes a la muerte. En 1973, la constitución de Siria fue modificada para dar el partido de Baath el estatus de “lÃder del estado y la sociedad”, preparándose para enterar a todos los aspectos de la vida pública. Los otros partidos legales en el paÃs fueron del Frente Nacional Progresiva, una alianza de los y de izquierda, partidarios del gobierno (nacionalistas y de la izquierda) que aceptó "el papel dirigente" del partido Baath.
El control del partido de Baath aumentó con el tiempo, incluyendo todos los aspectos de la administración, desde los sindicales hacia los colegios. En 1981, 375,000 se unieron al partido; en 2001, el número aumentó a 1,2 millones, casi 10% de la población. El partido sigue influyente, pero el poder está concentrado en el Presidente Bashar Al Assad y su cÃrculo intimo de familia y amigos. Incluso después de las protestas en 2011 y el cambio en la ley electoral, las elecciones en Mayo 2012 vieron la elección de partidos a favor del gobierno. Los Principales órganos de la dirigencia partidista, la Comandancia Regional y el Comando Nacional, se han mantenido firmemente leales a Bashar al-Assad (BBC).
Tomando las observaciones de Michels, el caso de Siria y la evolución del partido en Siria confirman unas de las observaciones de Michels. El poder de esta oligarquÃa creció en Siria, especialmente después de 1971; el partido Baath contribuyó en la cohesión de un monopolio de clase del poder, y por lo tanto la cohesión del régimen Sirio en sÃ. El partido Baath es una organización polÃtica totalitaria de hierro, controlando el sistema polÃtico, de que se originó. El régimen en Siria y el partido son la misma cosa: la única diferencia es que el partido es más amplio que el régimen y por lo tanto lo absorbe. Esta relación entre el partido y el régimen convirtió que el parte (régimen) se caracteriza con el total (el partido de Baath) en respeto de su exhaustividad. No hay ninguna organización, actividad, movimiento comercial, religioso, asociación deportiva sin relación con el Baath.
Lo que es interesante es que la revolución (y los siguientes golpes) intentaron lograr democracia, equidad económica y libertad de la nación del control de los regÃmenes apoyados por el mundo occidente y del control de las elites de la economÃa. La revolución socialista tenÃa su éxito en Siria y en la región, con la ciudadanÃa poniendo aspiraciones para una unión árabe nacionalista y un sistema democrático e igualdad social. Sin embargo, lo que pasó después era la manifestación de las observaciones de Michels de la oligarquÃa en los partidos polÃticos, y la desaparición de las ideas revolucionarias y el efecto de la organización a la democracia. Los lÃderes de Baath, principalmente el presidente y sus ministros, asumieron más poderes y se alejaron no solamente de la ciudadanÃa, pero también de los miembros del partido, que actuaba con alta lealtad y obediencia en un sistema extremadamente burocrático. En sus intentos desesperados por aferrarse al poder, se volvieron más represivos que nunca, incluso renuente a considerar la introducción de reformas democráticas. Michels (1968: 219) nota que la organización de partidos significa una aspiración de un número grande de miembros, y que el parlamentarismo significa las aspiraciones el número más grande de votos, añadiendo que el partido polÃtico moderno en una organización de la masa electoral. Esta observación refleja la situación en Siria desde los 70 hasta hoy en dÃa.
Además, un punto importante que Michels menciona es que la organización polÃtica conduce al poder, pero el poder es siempre conservador (Michels, 1968: 218). Si comparamos esta observación con el caso de Siria, aún existe muchos ejemplos para verificar la validez de esta observación, como la posición del régimen Sirio, liderado por Assad padre o Assad hijo, sobre la ocupación Israelà del Golán. Mientras el Baath vino con eslóganes de libertad y la nación árabe de la influencia de los paÃses europeos y la ocupación Sionista de Palestina, el partido no entró en guerra ni intentó entrar en un enfrentamiento directo con Israel sobre este tema desde los años 70. El partido, que supuestamente logra el apoya de la mayorÃa de los Sirios, no ofrece más que retorico para los Sirios en este asunto. Esto también refleja el punto de Michels (1968: 221) que en el nombre de las grandes responsabilidades relacionadas con su posición, el partido polÃtico ahora repudia el antimilitarismo, rechaza la huelga general, y niega todas las audacias lógicas de su pasado.
Por otra parte, la centralización del partido a base de los principios de autoridad y disciplina, que caracterizan la organización del estado, y lo que resulta en el partido organizándose como un mini estado (Michels, 1968: 220) también es evidente en el caso del partido Baath, donde los Assads centralizaron todo el poder y lo delegaron a su cÃrculo oligárquico intimo, donde la jerarquÃa del estado y las limitaciones del poder están presente en el partido mismo.
El punto de Michels que cada nuevo oficial, cada nuevo secretario contratado por el partido es en teorÃa es un nuevo agente de la revolución (Michels, 1968: 220) también refleja la realidad en Siria. Tal como he mencionado arriba, el número creciente de los miembros de este partido y su infiltración a cada aspecto en la vida polÃtica y social en Siria convirtieron los miembros a agentes leales y protectores del partido, el régimen y la oligarquÃa controlándolo. Es especialmente interesante la posición de los nuevos miembros, estos miembros que no han vivido en la época revolucionaria de los años 50, y que aceptan por defecto los eslóganes socialistas revolucionarias del partido cuya manifestación real es inexistente.
También es válido el comentario de Michels que el término partido supone la existencia de una dirección de voluntad para un objetivo común y cuando esto es ausente, el partido se convierte a una organización (Michels, 1968: 225). El partido en Siria perdió su impulso revolucionario, limitándole a un retorico repetitivo. Los objetivos del partido (democracia, igualdad económica, cooperación pan-árabe, anti-Sionismo), han desaparecido de la agenda practica.
Otro punto de interés que Michels menciona es en el contexto del orden social marxista (Michels, 1968: 228) es la pregunta si tal como los miembros de las clases capitalistas tienen en instinto de transmitir la herencia a sus hijos, los administradores de la riqueza del estado socialista van a utilizar su influencia para garantizar a sus hijos la sucesión a las oficinas que se mantengan. En el caso de Siria, Assad hijo heredó la presidencia de su padre, y aseguró que todos los altos puestos en el paÃs, de inteligencia a ejercito, sean controlados por miembros de su familia.
El argumento de Michels en que el proletario moderno, influido por los lideres intelectuales y superiores de las masas, quien creen que con su voto en las elecciones puede asegurar su participación en el poder (Michels, 1968: 241), no exactamente refleja la realidad Siria en mi opinión de hoy en dÃa (manifestado por la revolución popular contra la dictadura y oligarquÃa Siria). Sin embargo, este comentario en mi opinión, sà que reflejaba la euforia Siria - y árabe en general- cuando se formó el partido, cuando entró en una unión en egipcio, y cuando prometió en los años setenta la liberación de los territorios ocupados Sirios y Palestinos y de la formación de una economÃa industrial moderna.
Para concluir, y volviendo a las crÃticas de el trabajo de Michels, es cierto que en el caso de Sirria los lÃderes del partido galvanizaron el apoyo popular y a través de ellos nació el partido, y que la especialización de los lÃderes del partido está inversamente proporcional con su extensión, pero el partido Baath aseguró que todas los puestos claves del paÃs (requiriendo más especialización) sean cubiertos por familiares. El punto mencionado arriba por Hands sobre la ausencia de democracia interna del partido puede lograr democracia externa en el estado pudiera haber sido una realidad en Siria si las circunstancias nacionales y regionales fueron diferentes. Desafortunadamente, lo que resultó fue una oligarquÃa que gobernó con hierro por los últimos 4 décadas. Tal como May dijo (1965: 421), la oligarquÃa puede significar el sitio entre la democracia pura y la autocracia pura. Por lastima, no es en el caso Sirio.
Ahora que el paÃs está viviendo otra revolución, se debe recordar la historia moderan de Siria y la consecuencia de los movimientos populares. Se observa que los mismos eslóganes utilizados en los cincuenta están apareciendo, y es un poco alarmante si la crÃtica de de Michels de la teorÃa de Pareto sobre la circulación des élites en que los elites no se reemplazan por nuevos elites, sino es un proceso continuo de entremezcle entre los elementos antiguos quien atraen y absorban los nuevos elementos (Michels, 1968: 225). Si las figuras del partido Baath y el régimen que representa mantienen su popularidad después de la caÃda del régimen (lo mismo que pasó en Egipto en las elecciones de 2012 cuando el primer ministro del antiguo régimen derrocado llegó segundo en las elecciones), y lo que cambiará es solamente unas figuras nada más, no se puede esperar ningún cambio radical en el paÃs, ni en retorico ni en lo práctico.